Una mujer como pocas, que se enfrentó sin vacilaciones a los torbellinos de su tiempo, ayudando a los marginados, peleando por las reivindicaciones sociales y políticas de su pueblo que tanto quiso y amo, amor recíproco y apasionado.
Ganó una beca para ampliar sus estudios sobre educación preescolar en la Universidad de la Sorbona, en París. A su regreso funda y dirige la escuela maternal en el edificio Metálico, el primer centro educativo con ese enfoque en Costa Rica, atendiendo principalmente a niños y niñas de escasos recursos. Fue también la primera profesora en la Cátedra de literatura infantil en la Escuela Normal. Carmen Lyra le dejó un legado de vital importancia a la cultura nacional. Ella es la iniciadora de la narrativa infantil en Costa Rica y contribuyó a impulsar la tendencia realista social en la literatura.
Desde muy joven su sensibilidad e inquietudes sociales la llevaron a participar en diversas actividades sociales y políticas. Su lucha sin cuartel contra el Gobierno de los Hermanos Tinoco, fue el caldo de cultivo de lo que será su combativa vida. Con una valentía y vehemencia extraordinarias, dirigió a los estudiantes, mujeres y obreros hasta desestabilizar a los Tinoco y a su feroz estado dictatorial. Tras aquellos acontecimientos, Carmen Lyra experimentaría una metamorfosis, ya era un ícono para su pueblo, y en lo sucesivo, luchará con todo su ser contra las injusticias formando parte fundamental de los movimientos populares de la primera mitad del siglo XX. Se dedica por entero a la acción política, destacando como periodista expositora de ideas y como hábil dirigente del partido comunista costarricense.
En el campo de la escritura, se inició de la mano de su amigo Joaquín García Monge.
Escribe varias historias y cuentos para textos escolares y publica algunas historias de profundo compromiso con la gente más desposeída. Sin embargo, la obra inolvidable que la inmortalizó para siempre es “Los cuentos de mi tía Panchita”, considerado un clásico en la literatura costarricense. Murió en México en 1949, donde se encontraba exiliada desde finales de la guerra de 1948, siendo reconocida como Benemérita de la Patria en julio de 1976.