En nuestro país los reductores de velocidad se conocen como “muertos”, y esta denominación tiene tanto un origen práctico como humorístico, relacionado con la percepción de estos obstáculos en las carreteras.
La expresión probablemente se originó porque los reductores de velocidad, usualmente elevados y difíciles de ignorar, obligan a los conductores a disminuir la velocidad de forma abrupta, simulando el efecto de “encontrarse con un muerto en el camino”. Esto se relaciona con la idea de un obstáculo inesperado que exige cuidado y respeto.
El término ganó popularidad en la jerga costarricense como una forma sencilla y coloquial de referirse a estos elementos viales. La gente empezó a decir frases como “cuidado con el muerto” para advertir sobre la presencia de un reductor, asociando el nombre con la incomodidad que generan si no se atraviesan con precaución.