Cuando en nuestro planeta la población humana era poca, la naturaleza continuaba con su ritmo de crecimiento sin grandes alteraciones y se mantenía saludable; hasta que los humanos empezamos a aumentar significativamente cada día más y a cambiar nuestra forma de vida, explotando los recursos naturales de forma indiscriminada, al punto que se generaron algunos daños que son ya irreversibles.
Por ese motivo, en el año 1974 la UNESCO con apoyo de los gobiernos de muchos países del mundo, crea las Reservas de Biosfera, como una alternativa para gestionar una apropiada convivencia entre los seres humanos y la naturaleza de una manera equilibrada justa y equitativa, que permita la conservación de importantes ecosistemas del planeta.
En otras palabras, las Reservas de Biosfera son espacios del planeta reconocidos internacionalmente, que mantienen la soberanía de su respectivo país, seleccionados por el interés científico tanto en lo ecológico, biológico como cultural, y donde los pobladores de esos territorios desarrollan actividades socioeconómicas, humanas, y de conservación, procurando la sostenibilidad.
En ellas se promueve la investigación y educación así como el intercambio de experiencias entre los diversos actores que ahí habitan. Procurando además, reducir la pobreza, el respeto de la identidad de los pueblos y sus valores culturales.