Ya de por sí, parece interesante eso de poder estar en una zona con volcanes extintos, pero si además se le añade tradición, cultura e historia, Barva se convierte en uno de los pueblos de Costa Rica que debés visitar.
Una de las primeras cosas que se pueden apreciar en Barva es la variedad de artesanos locales, que ofrecen desde cerámica hasta cocina fina.
Un alimento básico particular de Barva es el café cultivado localmente en las colinas cercanas. El café extraído de los granos locales es aromático y fuerte, con un sabor que no se encuentra en ningún otro lugar.
Su nombre viene de Barvac, un jefe tribal indígena nativo local. Barvac es conocido como el último líder precolonial de la zona antes de la introducción de los colonos españoles, y la ciudad toma su nombre de la leyenda de este gran jefe.
Barva está poblada por casas clásicas de adobe, sus paredes son bajas y gruesas, y sus techos son de un hermoso rojo intenso (hoy día casi no se ven, pero aún quedan algunas en el centro del cantón). Estas casas se organizan alrededor de la atracción principal del parque central, que contiene estatuas donadas por artistas de todo el país, y la hermosa iglesia de estuco blanco cercana.